Somos una casualidad llena de intención

El día de la lotería, el día de la suerte, el de la salud y la fortuna, el primer día del invierno de 2018 y sí, el día de nuestra boda.

Un 22 de Diciembre como pocos, con 21º de temperatura y un sol imponente en el cielo. No parecía real, pero lo era, como era real que ese día nuestros caminos se unirían para siempre.

Recuerdo los nervios, las emociones, y las lágrimas de felicidad que no dejaron de correr por nuestras mejillas, y las de nuestros invitados, durante todo el día.
Una boda en Diciembre, de invierno, y con la Navidad a la vuelta de la esquina tenía luces, chimenea, millones de velas, flores preciosas, olor a canela y muérdago, como no podía ser de otra forma.

Y además, para seguir con los tópicos, el tan famoso “de una boda nace otra boda” también lo hicimos nuestro, pues cinco años antes nos conocimos por casualidad en el enlace de unos amigos que, sin esperarlo, nos unió de una forma que nunca habríamos podido imaginar.

Y es que sí, nos casamos el día de la lotería, y nos tocó a nosotros. Porque suerte es tener a la familia que tenemos, suerte es compartir nuestro día a día con amigos extraordinarios y suerte es encontrar a esa persona con la que poder compartir la vida.

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